jueves, julio 01, 2010

Las ¿excelencias? de Apple

Todo el que me conozca sabe que me encantan los aparatos, decenas de veces me debato entre mi lado friki de la tecnología y mi lado racional que intenta poner freno, con menos éxitos que fracasos, a mis ansias "hamsteriles" por cualquier cosa que lleve pilas o tenga luces.

Hace tiempo me cambié de teléfono, estaba cansado de mi balckberry,  y me uní al rebaño de los iPhone, y he de decir que no me he arrepentido en ningún momento. Es cierto que no es un teléfono revolucionario, que no hace cosas que otros no hagan y que incluso se deja fuera cosas que uno no llega a entender cómo es posible. Pero el caso es que el iPhone es muy bueno en lo que hace, tiene la mejor pantalla táctil del mercado, punto, ha solucionado el tema de las interfaces táctiles como ninguno y ha sentado cátedra en cómo se deben hacer las cosas cuando quieres usar los dedos para controlar algo.

Tanto es así, que todos los fabricantes de teléfonos quieren tener su propio iPhone, con diseño similar, características similares y prestaciones similares. Lamentablemente la mayoría fracasa y Apple sigue reinando en este apartado, haciendo que auténticos budas como Nokia se tambaleen como una verja oxidada.

Y digo lamentablemente porque Apple ha llegado a un extremo tal en su afán de sectarismos, prepotencia y férreo control sobre su comunidad, que me da asco tener el iPhone. Llevo unos meses buscando alternativas, mirando los dispositivos android, las futuras excelencias del Phone 7 y de momento no he encontrado nada que me atraiga del todo (salvo el hecho de que el Phone 7 se comunicará de perlas con mi Xbox y mi perfil de Xbox Live).

¿A qué viene este odio hacia Apple? Pues creo que es básicamente porque me parece injusto todo lo que hace y la manera en que sus seguidores son capaces de ignorar cualquier problema, error o despropósito que Apple les hace. ¿Qué no pueden usar flash? Muy bien, si el flash es una mierda (Steve Jobs dixit), ¿que no hay multitarea? Muy bien, si eso de abrir varias cosas a la vez es una tontería (Steve Jobs dixit), ¿Qué ahora si hay multitarea? Muy bien, ahora mola mucho (Steve Jobs dixit),  ¿Qué los desarrolladores tienen que programar con lo que yo diga y como yo diga?, Muy bien, así se controla mejor el aparato (Steve Jobs dixit), ¿Qué empleo tecnologías o ideas de toda la vida pero cuando me sale del menflo? Muy bien, si ahora es cuando se puede hacer, no antes… Lo cojonudo del tema es que si esto mismo lo hiciera otra compañía como Microsoft, todos se le echarían encima, le tildarían de hijo de Satanás y le pondrían denuncias.  Pero claro, como lo hace Steve Jobs, pues todos bajan la cabeza y asienten. Un día sacarán el iMojon, que será una caja en negro piano con un truño matutino de tito Steve lacado en marrón ocre y la gente hará cola en las Apple Stores para tener su momento Activia.

Un claro ejemplo de esta política es el iPad, un producto mediocre en prestaciones y características, que los expertos calificaron como fiasco y que, sin embargo, ha vendido la friolera de 3.000.000 de unidades en apenas 80 días. Desde luego es un exitazo para Apple, está vendiendo por cerca de 800€ un aparato que no vale ni la mitad, con poca memoria, con poco espacio de almacenamiento, con nula conectividad, dependiente de iTunes y encima la gente está encantada con el robo. Sin duda alguna, hay que felicitar a Apple, por ser capaz de practicar el Medievo con las posaderas de sus clientes y que ellos estén contentos de haber sido violados.

Apple es experta en vender productos preciosos, genialmente diseñados, robustos, pero capados y anticuados. Sujetos a herramientas fijas, a políticas de distribución cuestionables y a licencias de uso draconianas.  Te vende una tele de tubo, pero con controles chulos y un diseño precioso… Luego, en 12 meses sacará el producto mejorado sensiblemente y 12 meses después, el ciclo comenzará de nuevo…

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viernes, junio 18, 2010

Clásicos modernos: Gears of War

[…] Solo quiero que sepas que me has costado mil millones de dólares […]
No, en realidad le hemos hecho un favor a mil millones de jugadores.

Así contaba Mark Rein, vicepresidente de Epic Games, como con una imagen hizo que una empresa como Microsoft invirtiese una inmensa cantidad de dinero en ampliar la memoria de la Xbox 360. Por lo visto les mandó como se verían los juegos con 512Mb, la cantidad actual de memoria de la consola de Microsoft y 256, la cantidad prevista de memoria. ¡Muchas gracias Mark!



¿Y qué juego era esa misteriosa imagen? Pues el ya archiconocido Gears of War. El que posiblemente sea uno de los mejores juegos de la década, que estableció un estándar de calidad gráfica a superar y supuso, en su momento, el techo  en explotación de la potencia interna de la 360. Es, además, el juego que hizo que los jugadores de PC se pasaran a la consola, el juego que supuso el referente en los juegos de acción y que realmente despejo dudas sobre si una consola era una plataforma adecuada para este tipo de juegos.
Gears of War (en adelante GOW) supuso un puñetazo en la mesa, rompió con lo establecido hasta la fecha e impuso una calidad y una jugabilidad de la que pocos juegos pueden alardear. Además, venía acompañado de un elenco de personajes realmente interesantes. La historia, simple pero resultona, la mecánica de juego establecía el punto de vista en tercera persona, que si bien no es una novedad, la forma de aplicar este punto de vista y la manera de jugar con ella, hacían de GOW algo nuevo, fresco y diferente.

En GOW nos encontramos un juego de acción directa, empezamos en una prisión, sin muchas explicaciones, nos ayudan a escapar y desde ese momento nos montamos en una montaña rusa de adrenalina que no parará hasta el final, donde nos encontremos a uno de los más difíciles enemigos finales que me he echado a la cara. La mecánica de juego es sencilla, avanzar, disparar, cubrirse y disparar. En ese sentido no  es especialmente ingenioso, sin embargo, a eso se le añadió un sistema de apuntado excelente, un sistema de cobertura que ha creado escuela y una violencia y brutalidad que hicieron que las partidas en red fuesen catárticas.




El armamento en GOW es simplemente espectacular, no por su variedad, si no por su efectividad y uso del mismo. Partiendo de la base que tiene la mejor arma jamás creada para un juego, una ametralladora con una sierra de cadena que no solo permite acribillar enemigos, si no que te deja acercarte a un enemigo y cortarle por la mitad, literalmente. La escopeta de dos cañones es lapidaria y las granadas, algo tan simplón en otros juegos, permite en GOW pasárselo bomba (nunca mejor dicho). Puedes lanzarlas como siempre, colgárselas de la cabeza a un enemigo y hacerle volar, clavarlas en paredes y tender trampas,  aunque eso sí, esto último solo desde la segunda entrega.

Finalmente, el juego en red. GOW es un juego que brilla con luz propia en este campo, no solo por contar con enfrentamientos clásicos (deathmatch, etc.) con partidas fulminantes y vertiginosas, si no por contar con lo que posiblemente sea el establecimiento de un estándar hoy por hoy, el modo historia cooperativo. Hasta entonces, todos los juegos con opciones de red eran enfrentamientos entre jugadores, capturar la bandera, defender la base, etc. GOW introdujo el concepto de cooperación en el modo historia, donde un jugador tomaba el papel del protagonista y otro el del secundario, pero de una manera magistral y se conseguía un resultado tan bueno, que el hecho de jugar solo a este juego se me antoja un error terrible, porque de verdad, no hay nada como saber que el compañero de al lado es un amigo de verdad, uno que te va a apoyar y te va a sacar de apuros. Tanto es así, que cuando hay fases en las que el que te acompaña es un personaje controlado por la máquina, lo pasas realmente mal.


No debemos olvidar a sus continuaciones, unos años después salió GOW2, que mejoraba el ya de por si espectacular aspecto gráfico, estableciendo de nuevo un techo en potencia en la consola de los de Redmond. Era aún más violento, más agresivo, con más movimientos y daba explicaciones a los temas abiertos en GOW. Lamentablemente no contó con un enemigo final tan carismático o difícil, pero sin embargo ofreció momentos tan espectaculares como montar a un brumak o la serie de ejecuciones que se podían hacer a un enemigo derribado, tan absolutamente violentas que la frase "no hacer leña de árbol caído" toma nuevos significados. Y en unos meses tendremos el GOW3, que seguramente volverá a conseguir poner un nuevo techo e impondrá su ley en las partidas en red durante muchos meses.

El resultado, le pese a quien le pese, es un juego excelente, con una calidad innegable y que debería estar, junto con sus continuaciones en la estantería de cualquier jugón que se precie de serlo.

Aviso: Todas las imágenes corresponden al próximo Gears of War 3

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