lunes, diciembre 10, 2007

La brújula dorada... un mal polvo

No sé muy bien cómo empezar, no tengo muy claro cómo hacer para que esta entrada tenga sentido. Supongo que mis dudas, que a muchos de nosotros nos asaltarán de cuando en cuando, son fáciles de obviar. Digo esto porque estoy seguro que el director de “La brújula dorada” estuvo en mi misma situación, se hizo un guión, vio que no tenía ningún sentido, que los personajes no se sostenían, que los diálogos no tenían sentido alguno y que el montaje final era desigual y desordenado y dijo “Pero que coño…” y tiró millas. Vamos, millas y millas, empezó a andar y no paró hasta que al final, en algún rincón oscuro, soltó un buen tordo de mierda y lo entregó a la productora para que lo vendiese.

Siento ser duro con el tema, pero debí hacer caso a mi amigo Carlos y no ir a verla. Yo, inocente de mí, llegué al cine, Kinépolis, sala 6, buenas entradas, buena compañía y cuando todo parecía indicar que me lo iba a pasar bien, ¡¡zas!! Me sale este coñazo infumable, donde nada tiene sentido, donde los personajes vagan por todo el metraje sin sentido y sin destino, donde al final te importa una mierda lo que les pases y te preguntas si en el bar del cine venderán dosis letales de diazepam o curare con las que puedas poner fin al sufrimiento.

La brújula dorada, basada en el primer libro de la saga "La materia oscura" de Phillip Pullman, nos narra las aventuras de Lyra Belacqua, una niña huérfana que tras recibir un extraño aparato y verse envuelta en diferentes correrías, emprende un viaje para desentrañar las misteriosas desapariciones de muchos niños en diferentes partes del su universo.

La historia se desarrolla en mundo semejante al nuestro, por no decir igual, solo que con la particularidad de que la gente va siempre acompañada de un pequeño animal, una especie de espíritu (un daemon) que no tengo muy claro de qué les sirve (como mínimo para dar conversación), y en una sociedad avanzada tecnológicamente pero con un aire retro muy interesante. En algunos aspectos a mi me recordó al universo Steampunk de la prometedora, pero finalmente aburrida, Steam Boy de Katsuhiro Otomo, por aquello de mezclar estética del siglo XIX con elementos voladores y máquinas eléctricas (si, ya sé que no es vapor). A esto hay que añadir un elemento cuasi místico que han venido a llamar “El polvo” (elección poco afortunada, demasiadas connotaciones sexuales…), que permite la unión entre los humanos y los "daemon" y otra serie de pajas mentales que no tiene mucho sentido contar, la verdad.

El problema de esta película, supongo, es que habrán tratado de plasmar el libro con demasiada fidelidad y al final no tiene sentido nada. Porque entre los tajos que habrán dado, los cortes para hacerla más digerible, lo que se hayan inventado, la cantidad de información que presenta y que no sabes de donde sale y la falta de experiencia del director, han dado como resultado una película desigual. Con momentos memorables (la lucha de los osos, absolutamente brutal), con momentos de vergüenza ajena (el diálogo del oso con Lyra antes de ir a la cabaña en medio de la nieve) o el final, con tal cantidad de fallos y despropósitos, que es de traca.

  • La factura técnica, en algunos momentos genial
  • La pelea de los osos
  • El guión, con agujeros negros
  • Los personajes, huecos y pasables
  • El montaje, da saltos, de un lado a otro sin sentido
Nota: 4

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